X

“Esta historia es real”, me dijo. Esta es la mujer que a veces se me queda mirando a través de la ventada de Bastero. Un día, apareció de improviso en la sala y comenzó a contarme su historia. No puedo deciros su nombre para preservar su anonimato. Simplemente llamémosla X. El resto de la historia es tal y como ella me la contó.
            Desde la sala de exposiciones de Bastero a veces veo a X cruzando la calle en dirección a la charcutería. X tiene el cabello castaño y largo hasta la espalda. X suele llevar una camiseta de un aburrido color gris y gafas de sol negras. X pasa la mayor parte del tiempo en una oficina, cerca del Centro Cultural, mirando la pantalla de su ordenador y, después del trabajo, siempre para en la charcutería que esta al otro lado de la calle. Los días de X transcurren mundanos y bastante repetitivos. Siempre ocurren las mismas cosas.  X estaba viviendo otro día igualmente aburrido cuando encontró una bolsa de plástico Amarillo en la calle, entre el edificio de Bastero y la charcutería.
            X me dijo, “No lo se. Simplemente ocurrió.”
            Ahora, X está mirando dentro de la bolsa de plástico amarilla. Sin dar crédito a sus ojos. Hay una enorme pistola negra en la bolsa. Es una pistola real, como las que ves en las películas de acción. X lo piensa un Segundo y recoge la bolsa amarilla. Se pregunta que debería hacer. X de repente, súbitamente recuerda a un hombre que la abandonó hace tres año. X siente como se acelera su corazón. X agarra la bolsa con firmeza. Ella no sabe por qué de repente se acordó de él en ese momento pero, de cualquier modo, simplemente lo hizo.
            X esta sentada en el café donde ese hombre trabaja. Él no parece darse cuenta de que ella le está mirando. X todavía piensa que él tiene unos ojos bonitos. X también recuerda su preciosa sonrisa.  Por cierto, X cree que hay demasiada luz y hace mucho calor en el café. Comienza a sudar. Cuando decidió venir al café no había planteado hablar con él. X solo quería mirar su cara a lo lejos. De cualquier forma X se encuentra avanzando hacía el hombre que trabaja detrás de la máquina de café. Él se da cuenta de su presencia.
            “Hola, ¡Qué sorpresa¡ ¿Qué te ha traído hasta aquí? ¿Cómo estas?” le pregunta. Bueno, X realmente no puede entender que es lo que está haciendo, así que tampoco puede explicar que por qué se encuentra allí en ese momento. Piensa durante un segundo que decir y murmura en bajo. “¿Por qué me dejaste hace tres años?” Él no parece entender que es lo que ella le esta diciendo. “¿Qué?” Pregunta. En ese momento X se siente moleta y bastante desilusionada. Siente un chisporroteo calido y luminoso. No le gusta. X está sudando a mares y comienza a sentirse mareada. Siente que no puede soportarlo más. X finalmente comienza a gritarle. “¡Cabrón! ¡Te he preguntado que por qué me dejaste!” El hombre la mira irritado y bastante avergonzado. Le dedica una sonrisa fría y seca, a ella le gusta. Le gusta el modo en que el lado derecho de su boca se refuerce cuando sonríe. El la pregunta, “¿Por qué quieres saberlo justo ahora?” X se siente al borde del desmayo. Hace un calor asfixiante y hay demasiada claridad. X se siente sofocada. Piensa que no va a poder soportarlo más. Desafortunadamente estalla, iracunda. “¡Joder, escucha con atención! Tengo una pistola en la bolsa. Es de verdad. ¡Así que sólo responde a la pregunta, hijo de puta! Será mejor que lo hagas con cuidado. ¡O te vuelo tu cabeza de mierda, bastardo asqueroso!” X agarra la bolsa de plástico amarillo y la balancea delante de su cara histéricamente.
            Él se pregunta que es lo que está haciendo y se niega a creer nada de lo que le dice. Piensa que debe estar loca o muy enferma. Pobre. Siente pena por X, pero al mismo tiempo encuentra la situación bastante intrigante. Trata de pensar en tres años atrás. Hace tres años… X siente que esta esperando una respuesta durante demasiado tiempo. Se limpia el sudor de la frente con las manos. Oh dios mío, ahora X siente ganas de vomitar. Después de un largo silencio, finalmente, él abre la boca. X puede ver su fría sonrisa fría de nuevo. Habla muy despacio y con claridad, como si estuviera escribiendo cada palabra en su cerebro.
            “No. me. gustaba. tu. idea. conceptual. y. pasada. de. moda. como. en. los. sesenta. y. tus. perspectivas. minimalistas. como. los. setenta. Era. tan. aburrido. Sentía. que. ya. había. visto. todo. de. ti. tantas. veces. ¡Era. jodidamente. enfermizo. y. estaba. cansado. de. tu. familiaridad. sin. creatividad!. En. ti. no. había. imaginación. ni. nada. parecido. a. un. giro. atractivo.”
            De repente, X sintió que toda su energía la abandonaba. X se ruboriza, murmurando en bajo: “lo siento”. Se aleja y se apresura a salir de la cafetería. Después de marchar recuerda que ni tan siquiera le había dicho adiós. Oh cielos, se da cuenta de que ha dejado la bolsa amarilla en el café. De todas formas, X no regresará.
            X me dijo que todo fue tan extraño aquella noche. Ahora X a retomado su vida normal. Hoy, como siempre, está llevando otra camiseta oscura. Mientras está cruzando la calle para llegar a la charcutería, se gira ligeramente en el centro de la calle. Puedo ver una vaga y persistente sonrisa en su boca. Puede que esté pensando en esa noche.